Lactancia y sueño Materno-Infantil

Por Ma. Lucrecia Parreño

Medica Pediatra UBA/Puericultora ACADP @lucrepediatra

La forma de alimentación y los estilos de crianza durante los primeros 1000 días de vida,
impactan en la salud de los niños y niñas a corto y a largo plazo, en un dialogo continuo entre el
ambiente y nuestros genes. Cuando vemos un bebe dormir parece que no está haciendo nada
y, por el contrario, es cuando su cerebro más ocupado está, desarrollándose y creciendo. La
lactancia actúa como un factor favorecedor del sueño y el sueño en cercanía del cuerpo
materno, consolida la lactancia, constituyendo un factor protector de la misma. Sueño y
lactancia están estrechamente relacionados y se benefician mutuamente.

Cuando de sueño infantil se trata, padres preocupados y profesionales llenos de contradicciones
convierten un evento normal del crecimiento infantil en un camino lleno de dificultades y
tropiezos. Veamos que ha ocurrido desde la perspectiva histórico-cultural. El sueño en compañía
ha sido el comportamiento natural del ser humano la mayor parte de su historia en la gran
mayoría de las culturas. Pero desde una época relativamente reciente y en nuestra propia
sociedad occidental industrializada se ha “naturalizado” la forma de dormir en solitario y la
interrupción de contacto entre madre y bebe tanto de día, como durante la noche. Este
comportamiento cultural, fue adquiriendo categoría de norma médica y se fue estableciendo
como saludable la distancia entre ambos considerándose los despertares para alimentarse como
innecesarios. Peor aún los estudios científicos del sueño infantil se han basado en esta norma
cultural y no tienen en cuenta el tipo de alimentación ni la necesidad de contacto estrecho y
continuo incluso durante el sueño, característico de nuestra especie. Es aquí donde surge la
“grieta” entre lo que los que sienten intuitivamente los padres que es mejor para sus hijos y las
recomendaciones profesionales y entre las expectativas adultas del sueño infantil (padres y
profesionales) y las necesidades reales del bebe, que pueden llegar a hacer la vida nocturna de
algunas familias realmente difícil.
Para entender la necesidad de contacto durante el sueño y la importancia de las tomas
frecuentes debemos comprender que, desde el punto de vista de la biología, el cachorro
humano es bastante peculiar, y considerado secundariamente altricial. Por su pertenencia al
orden de los primates le correspondería ser precocial, esto es nacer bien desarrollado y con la
capacidad de seguir a su madre o mantenerse agarrado a ella mamando frecuentemente una
leche diseñada para ser consumida con frecuencia (pobre en grasas lo que la hace fácilmente
digerible y rica en calorías en forma de azúcar que le proveen energía). Pero para poder
atravesar la pelvis materna, él bebe humano nace mucho menos desarrollado y sin la capacidad
neuromuscular para mantenerse agarrado a ella por sus propios medios (características de la
especie altricial 1) y deberá finalizar su maduración fuera del útero materno (exterogestación).
Es entonces la madre quien debe mantenerlo cerca suyo y alimentarlo frecuentemente y a
demanda, tanto de día como de noche, utilizando, por ejemplo, el porteo durante el día y dormir
juntos por la noche. La cercanía del cuerpo materno y las características de la leche, hace que él
bebe se despierte frecuentemente para alimentarse y para asegurase la atención del cuidador y
es este contacto estrecho con su madre, su “hábitat”, es donde va a ir desarrollando su
potencialidad. Por todo esto que el sueño en la infancia se establece, madura y se consolida en
sintonía con el continnum biológico de la diada que forman mamá y bebé y donde la lactancia

constituye el puente biológico y emocional entre ambos, la ruta perfecta para que la fisiología
haga lo tiene que hacer. En este sentido, los investigadores James McKenna y Lee Gettler,
proponen el término “Breastsleeping” o sueño al pecho para referirse al sueño del bebé
lactante, ya que la lactancia y el sueño, constituyen un sistema adaptativo altamente integrado
establecido a través del intercambio sensorial entre mamá y bebé, implicado en la ingesta y
producción de leche, la frecuencia de las tomas y el propio sueño entre mamá y bebé, que es
más profundo y reparador.
A pesar que como vimos los bebes alimentados a pecho se despiertan más veces por las
características de su leche, no permanecen más tiempo despiertos que los no amamantados, y
presentar menos episodios de llanto y cólicos. Este efecto se debe a la presencia de
melatonina, la cual aumenta por la noche, sincronizando nuestro reloj interno con el ciclo día
noche y con un efecto miorrelajante sobre las células musculares lisas que reduce la actividad
intestinal y por lo tanto los cólicos. Existen también otras hormonas presentes en la leche que
presentan diferencias en sus concentraciones a lo largo del día (cortisol, prolactina, grelina,
adiponectina, insulina, hormonas tiroideas). La estimulación nocturna del pecho ayuda a
mantener los niveles adecuados de producción de leche, ya que las tomas nocturnas producen
un incremento mayor de la prolactina, hormona con un ligero efecto somnífero y relajante y
estrechamente relacionada con la duración total de la lactancia. Y no solo las hormonas sufren
estas variaciones si no también algunos aminoácidos como triptofano, precursor de la
serotonina, hormona fundamental para el desarrollo cerebral y su buen funcionamiento; y los
componentes del sistema inmunitario que también siguen un ritmo variable y adaptable a las
necesidades del bebé. Es por esto que la leche materna es considerada un CRONOBIOTICO, con
un ritmo circadiano propio y con la capacidad de ir modificándose a lo largo del día, según las
necesidades biológicas del bebé, enviando información a su cerebro y ajustando su reloj
circadiano, ayudándolo a madurar y consolidar las fases del sueño. Podemos afirmar entonces
que la leche materna en su conjunto actúa como favorecedor del sueño, protector del
neurodesarrollo y la inmunidad, características únicas e irreproducibles.
El sueño es un estado fisiológico activo controlado por complejas redes neuronales y regulado
por múltiples hormonas, que en el niño va madurando al igual qué resto de sus sistemas, y este
ritmo de maduración biológica debe ser respetado y no se puede apurar. No se enseña a dormir
a un bebe, como no se enseña a comer, ni a controlar esfínteres, el niño o niña lo lograra cuando
este madurativamente preparado. El rol mapaterno es ACOMPAÑAR el proceso brindando un
AMBIENTE facilitador y adecuado para el sueño, pero siempre, respetando la individualidad y la
maduración de cada niño/a, único e irrepetible. Los profesionales de la salud, en el contexto de
un bebe sano y de una lactancia deseada, debemos empatizar y ACOMPAÑAR a las familias, con
todo el conocimiento científico actualizado y basado en las necesidades biológicas de la especie
como vimos previamente. Y como sociedad repensarnos, ya que somos seres sociales y hacemos
vida en comunidad, pero muchas veces los niños y las madres son invisibilizados por la misma,
y las tareas de cuidado recaen en una sola o dos personas, agotadas recurren a métodos que
atentan contra la fisiología de la especie o meros sustitutos de la madre que la industria se ha
encargado de darle tinte de ciencia y modernidad pero no dejan de ser una porción de plástico
(chupetes, mecedoras, cochecitos, reproductores del latido cardiaco, ositos y muñecos de
apego). Quizás sea momento de dejar de lado la mirada adultocéntrica donde “el niño siempre
tiene un problema” y abordar el tema desde una perspectiva amplia, con políticas públicas que
promuevan y apoyen la lactancia, defiendan los derechos del niño, de las madres y de las
familias.

1
Especie altricial: aquellas crías que nacen inmaduras y permanecen en nidos y son alimentados con poca frecuencia
y utilizando una leche rica en grasas.

BIBLIOGRAFIA

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