Dra. Carina Krasnoff
Medica Pediatra | Consultora Internacional en Lactancia Certificada (IBCLC)
La lactancia es un fenómeno biocultural que ha sido siempre asociada a creencias y mitos propios de cada cultura.
Existen registros de amamantamiento desde tiempos inmemoriales, así como también del uso de leches de animales y de nodrizas (mujeres que amamantaban a otros hijos que no eran los suyos).
Por qué razones se recurría hace siglos a otras formas de alimentación que no sea al pecho materno?
En esos casos en los que la lactancia era imposible o se disponía de alimentos o formas de alimentación alternativa que eran social y culturalmente aceptadas.
En muchas etapas de la historia de la humanidad aparecen las nodrizas.
Ya en el 2000 AC pueden encontrarse escritos en relación a ellas, lo que implica que la práctica estaba bien aceptada desde tiempos inmemoriales.
En la Antigua Mesopotamia, hacia el 1700 AC aparece en el Código de Hammurabi una inscripción en la que “se prohíbe a una nodriza sustituir a un infante muerto por otro nuevo”.
En el Antiguo Egipto (1550 AC) también se menciona al fallo en la lactancia en la primer enciclopedia médica conocida como el Papiro de Ebers donde se lee: «Para tener leche en el pecho, debe calentar los huesos de un pez espada en aceite y pasárselos a la mujer por la espalda».
La Biblia muestra a Moisés cuando la hija del Faraón, su madre adoptiva, manda a buscar a una “nodriza”, que no era ni más ni menos que su propia madre esclava, y es criado entre los egipcios como uno más de ellos.
También se conoce sobre las nodrizas de que en los años 950 AC en la Grecia de Platón amamantaban a los hijos de las mujeres de las clases sociales altas.
Y en el Imperio Romano se escribían contratos para que las nodrizas amamanten a niñas que por su condición de mujeres, eran abandonadas.
Médicos como Efeso, Galeno de Pérgamo y Oribasio de Pergamo, ya en nuestra era, listaron las calificaciones para una nodriza.
Un dato muy curioso en relación a las nodrizas se encuentra en el siglo XVII, cuando el obstetra francés Jacques Guillemeau escribe: “En caso de ser necesaria la nodriza, esta debe desear amamantar, y ser una mujer feliz, saludable, consciente y de buen comportamiento. Y por sobre todas las cosas, tener el cabello castaño ya que las pelirrojas son muy temperamentales y esto es peligroso para su leche”. Me pregunto que pensaran de esto las pelirrojas!
En el siglo XVIII en Francia las nodrizas eran muy populares y eran las clases sociales las que determinaban las prácticas de lactancia. Las aristócratas buscaban nodrizas para que sus actividades sociales no sean afectadas por la crianza.
Todo cambia con la llegada de la Revolución Industrial. Las familias se mudan a las urbes, las mujeres salen a buscar empleo y eso dificultaba la crianza por lo que los niños pasaron a ser amamantados por campesinas que criaban demasiados bebes a la vez.
En el siglo XIX la alimentación artificial sustituye a las nodrizas por lo que hacia el año 1900 se extingue la profesión de nodriza y la alimentación artificial comienza a crecer exponencialmente.
Otro capítulo, uno relacionado a creencias erróneas, es el de la prohibición del calostro.
Lo que hoy la evidencia científica muestra como el “alimento-vacuna”, fue en el pasado visto como “sucio, contaminado, malo, amargo, constipante, insuficiente o débil” y era reemplazado por miel, aceite de almendras, agua o vino azucarado. Algo imposible de imaginar hoy, pero en ese entonces el miedo de alimentar con calostro, seguramente contribuía a menoscabar la lactancia.
Otras leches, distintas de la humana, se han usado para alimentar lactantes desde 2000 AC dependiendo de cual estuviera disponible: cabra, oveja, burra, camello, cerdo o yegua. De todas formas, la más usada era la de vaca.
En 1890 el pediatra de Harvard, Thomas Morgan Rotch usó fórmulas matemáticas para instruir a químicos sobre cómo alterar el porcentaje de grasas, proteínas y azucares de la leche de vaca de acuerdo a las “necesidades” de cada bebé en particular acorde a su peso, estado físico, necesidades energéticas y el olor, color y textura de sus deposiciones.
DE AHI SURGIERON LAS FÓRMULAS.
En 1865 (1867 en algunos textos) aparece la primera formula infantil con muy malos resultados. Una mezcla de leche de vaca, harina de trigo, malta y bicarbonato de potasio. Engordantes y muy poco nutritivas.
En 1883 ya había 27 marcas distintas!
Se vendían en polvo y consistían en carbohidratos como azúcares, almidones y dextrinas que se agregaban a la leche.
En 1900 se recomendaba la formula casera y entre 1908 y 1950 aparece el boom de la leche evaporada como sustituto de la leche materna.
Estos alimentos eran ofrecidos a los bebes en el inicio del siglo XIX en dispositivos tan difíciles de limpiar que, combinado al inadecuado almacenamiento de la leche, provocaban la muerte de 1/3 de los bebes alimentados artificialmente en el primer año de vida. Fueron llamadas “Murder Bottles”: las botellas de la muerte.
Gradualmente el biberón pasa a ser lo que conocemos actualmente, previo uso de tetinas de cuero y luego de látex.
A mediados de 1920, con el advenimiento de la pasteurización, refrigeración y sellado de la leche, las muertes por diarrea decrecen drásticamente. Se presume que leyes sobre alimentación más claras conjuntamente con los avances científicos, ponen a la leche artificial a la par de la lactancia.
Con la creación del biberón moderno, la disponibilidad de la leche animal y el cambio de la sociedad en la aceptación de las nodrizas, la alimentación artificial se tornó una opción muy popular.
Como resultado, la medicina empezó a enfocarse en la nutrición infantil desde una fuente alternativa de leche distinta de la materna.
Varios cambios sociales acompañan esta transformación: las Guerras Mundiales, el ingreso de la mujer al trabajo con licencias por maternidad y paternidad que tienen legislación escasa e inapropiada en relación a las necesidades de las familias, el traslado de los partos a instituciones de salud con prácticas que hasta el día de hoy interfieren con la lactancia, falta de investigación en temas de lactancia y la creencia de que la fórmula era mejor que la leche materna (creencia establecida por una industria multi-billonaria cuyo propósito primordial, es aumentar sus ganancias).
La alimentación con leche de formula pasó a ser el método estándar de alimentación hacia fines de la Segunda Guerra Mundial.
Agrega un condimento más en el socavamiento de la lactancia el estilo de crianza de la época conocido como Maternidad Científica, donde se consideraba que “el ambiente modela la conducta de los bebés en base a castigos y recompensas” y sostiene la alimentación en horarios reglados y propone que el bebe “manipula” a los padres con el llanto.
Esto saboteó profundamente la confianza de las mujeres en el amamantamiento de sus bebés… Y por supuesto la producción de leche de sus pechos. Se inicia así una era en la que ambos, madres y médicos, se olvidaron de la importancia de la lactancia materna…
Gracias a la instauración del Código de Comercialización de los Sucedáneos de la Leche Materna instaurado en 1981 (en 1994 en Argentina) y muchas otras acciones tanto nacional como internacionalmente, comienzan a implementarse acciones específicas para poder así recuperar la lactancia, la cultura del amamantamiento y mejorar la salud de bebés y mamás poniendo freno al avasallamiento de derechos llevados a cabo por las empresas que venden leche de vaca que hasta hace muy poco la hacían llamar “ maternizada” en un intento por asemejarla a la leche humana.
Con solo hacer un pequeño paseo por la historia, nos encontramos con innumerables razones por las que los bebés no se alimentaron directamente del pecho de sus madres.
La más reciente se llama “Cultura del Biberón” y lamentablemente aún está viva en muchos de nuestros espacios de trabajo profesional.
Cuántos de nosotros fuimos amamantados por nuestras madres? Cuántos de nosotros vimos amamantar a nuestras madres a nuestros hermanos y hermanas? Vimos amamantar a nuestras tías? A otras mujeres de nuestra familia? A mí particularmente me resulta doloroso reconocer que nada de eso forma parte de mi historia. Pero brinda alivio y confianza saber que podemos recuperar lo que es nuestro. Y lo estamos haciendo.
Que está en nuestras manos, en nuestras tetas y en nuestra decisión recuperar lo que nos han quitado en el último siglo a las mujeres y dejarlo de legado a todas aquellas mujeres que nos siguen en el camino y en próximas generaciones venideras.
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